lunes, 19 de noviembre de 2012

1. ALMA EN PENA

—¡Fijate primo, que ya me quiero casá! —decía mi querido pariente José Menelao, al tiempo que se frotaba las manos de nervios, y su cara demostraba una gran preocupación. 

—Y, ¿qué pue’? —le contesté—, ¿qué te lo impide? 

—Fijate que mi mamá no me quiere da’ el permiso, dice que estoy muy joven. 

—¡A’dió!, ¿cuántos años tenés pue’? —‘Toy pisando los treinta. —Pues más que pisando, parece que ya bailaste un 

zapateado en los treinta, ya te mirás bastante cacaloteado primo. 

—¡Ve!, tampoco te burlés, si me veo un poco jodido es porque el amor me está matando y ya no sé qué hace’. 

—Mirá, José Menelao, te vo’a da’ un buen consejo, si ella está de acuerdo contigo, ¡robala!

—Pero, ¿qué le vo’a roba’?, ¡si está más jodida que yo! —Entonces desapartala y ponele casa. —¿Por qué le vo’a poné Casa?, si se llama Chepita 

Estefanía —¡Ve!, lo que te quiero deci’ es que se huyan. —Pero, ¿de quién, si no le debemo a nadie? —Entonces, ¡casate y ya no estés jodiendo! —Por eso es que te vine a mira’. Quiero que me 

hagás un gran favor, pariente; vos que tenés buen carácter, andá a habla’ con mi madre abnegada y convencela que no me ponga trabas pa’l casorio. 

—‘Ta bien, voy a ir a habla’ con la tía Goya, pero no te garantizo nada, ¿viste? 

A los pocos días, me hice el aparecido en la casa de tía Goya: 

—Buenos días tía, ¿anda por aquí el tío Cachún? 

—No se encuentra hijo, pero decime ¿pa’ qué lo querés? 

—Bueno, más bien con usté quiero hablar; fíjese usté tía, que el otro día me topé con Pepe Menelao y el pobre anda muy jodido, anda todo agüitado, dice que usté se opone a su casorio con Chepita Estefanía. 

—Pero, ¡cómo querés que no me oponga, si José Menelao es un gran güevón! Presidente honorario de la Cofradía de los grandes domadores de hamaca y hasta hace poco, miembro distinguido del club Yo no nací para amar, que preside el Mapechiapa; y ¿sabés qué hizo el otro día? 

—No, no lo sé —contesté. 

—Me estaba yo untando mi pomada de La Vaquita en la canía, ¡ya ves cómo sufro de mi riuma! Hasta el fondo del corredor estaba tu primo José Menelao, echado en su hamaca leyendo el periódico, cuando de repente empezó a gritar con desesperación “¡mama, mama!”; y ahí voy corriendo con el riesgo de darme un resbalón, porque acababan de regar las pichancha y todo el piso estaba mojado; pero aun arriesgando la vida, llegué rápido, ¡qué creés que me dijo! 

—¿Qué le dijo? 

—Me dijo: “mama, ¡la libra esterlina está perdiendo valor en los mercados financieros de Europa!” 

—¿Y qué le contestó usté? 

—¡Trabajá cobardo! Ve, aunque sea de político te metieras, ya ves que ésos tampoco hacen nada y les pagan, y no te andés preocupando por la libra esterlina ¡jaragán! 

—¡Ah pue’ tía!, tampoco tire’sté con piedra, ahí me jodió usté yo. 

—¡Perdoname, hijo!, se me olvidó que vos sos medio 

grillo.

—Entonces, tía —insistí—, ¿no le va’sté a da’ chance que se case Pepe Menelao? 


—¡Claro que no!, ¿acaso querés que pase la vergüenza de que me lo regresen al mes por inútil? o peor aún, ¿que tu tío Cachún termine manteniendo otra familia más?, aparte de la querida que también mantiene el gran sinvergüenzo. 

—¡Hum! Tiene’sté razón tía, disculpe que le vine a quita’ un poquito de su tiempo. 

—No te preocupés hijo, andá con Dios; y ve, sería bueno que vos también te preocuparas por busca’ una verdadera chamba y no andés engatusando a la gente, ¿viste? 

Así, con estas sentidas palabras me despedí de la tía Goya, pensando muy seriamente que en la Frailesca, y para estos casos debería existir, así fuera temporalmente, la pena de muerte. 

Pasó el tiempo, después de algunos meses me enteré que la tía Goya enfermó y estuvo una semana entera en Tuxtla Gutiérrez atendiendo su mal, semana que José Menelao dedicó para estar tomando trago. Exactamente el día que regresó la tía Goya a Villaflores, José Menelao ya no aguantó andar de bolo tanto tiempo, y cayó en cama con una cruda de pronóstico reservado. 

Al llegar a su casa al mediodía la tía se espantó, ya que detrás de la mampara que dividía el dormitorio, escuchó lamentos y quejidos que salían de esa parte de la casa; inmediatamente se santiguó y salió corriendo a la calle justo en el momento que yo pasaba por ahí, entonces me gritó: 

—¡Enrique, hijo! —¿Qué pasa tía? —pregunté. —¡Vení pa’cá inmediatamente!, fijate que oí en la 

casa unos horrible lamento, se me hace que es un espanto, o peor aún, es un alma en pena. 

—¿Cómo está eso?, a ver ¿qué no los espanto y las alma en pena aparecen sólo de noche?, ahorita son las doce del día. 

—Vos no te fijés en eso, a lo mejor esta alma en pena no tiene reloj o es una alma en pena desbalagada. Acompañame, vamo a averigua’ qué está pasando. 

—Oiga’sté tía, ya me está entrando un poquititío de miedo, ¿qué no tiene’sté una cruz pa’ defendernos del alma en pena?, qué tal si nos quiere gana’ ¡o es la Tichanila! 

—¡Qué Tichanila ni qué nada!, te digo que es un alma en pena, además aquí tengo un escapulario que trae una astilla de la cruz en que fue sacrificado el Mero mero. 

—Oiga’sté, ¿y dónde consiguió su escapulario con 

astilla? 

—Me lo regaló mi comadre Flor de María, de una vez que fue a La Villita en México. 

—‘Ta chingona la astilla, ¿sabía usté, que tiene dos mil años que crucificaron al Mero mero?



—Ve, ahorita que nos sirva así como está, ya si tenés dudas, después le hacemo la prueba del bicarbonato 14. 

—Tía, la prueba se llama “carbono 14”; pero mejor vea’sté si tiene por ahí una cruz pa’ no entrar desarmado —insistí. 

—Lo más que te puedo ofrecer es un gancho de ropa que tiene forma de cruz, pero no te garantizo nada. 

—Sí pue’, chingones nos vamo a mira’, yo con mi gancho de ropa y usté con su astilla. 

—Bueno, ¿vas a entra’ conmigo? o no. 

Y así fue que nos animamos a entrar, al pasar de la sala a la recámara, oí el primer lamento seguido de un gemido que me heló la sangre y al mismo tiempo se me encueró el chino. ¡No había duda, esa era una legítima alma en pena! En ese momento la tía Goya cayó hincada y abriendo los brazos en cruz comenzó su rezo. 

bribón! 

—¡Mexicanos al grito de guerra, el acero prestale al 

—Tía, ‘ta usté rezando el himno nacional —apunté. 

—¡Ah, jijuelachingada!, con el miedo se me olvidó el rezo; si me iba yo a echa’ una jaculatoria, ¿ahora qué hacemo? 

—No sé, pregúntele algo. 

—‘Ta bueno —alzando la voz,empezó a preguntar—. Alma que sufre, ¿sos de este mundo, o sos del otro?



Cesaron los gemidos del otro lado del cancel y una voz cavernosa contestó: 

—¡Del oootro! —¿Sos un alma común o un alma en pena? —¡En peeena! —¿Decime qué querés? ¿Querés que te hagamo un 

novenario de rezo, y que al final repartamo tamal y pancito de on’tá mi comadre Tona Zavala, que por cierto los lunes pone su pan al dos por uno, sobre todo las cazueleja? 

—¡Nooo! 

—¿Querés que te mande yo a hace’ una misa, con doble repique para el descanso eterno de tu alma? 

—¡Nooo! –de nuevo. 

—¿Querés una misa cantada, con dos cura y cuatro monigote? 

—¡Nooo! 

—Tía —intervine—, aquí nomás hay un cura, y no son monigotes, son “monaguillos”. 

De pronto me dijo la tía Goya: 

—¡Ya me caíste mal con tanto tecnicismo!, mejor preguntale vos, ya ves que conmigo no quiere nada. 

Así que me lancé preguntando yo también: 

—¡Alma en pena!, ¿querés que el tío Cachún le pague al cura, unos cinco mil peso pa’ que rece por el descanso de tu alma?



—¡Ve! —respingó la tía—, tampoco exagerés, no es pa’ tanto. 

—¡Alma en pena!, esta es tu oportunidad pa’ que digás qué querés; no seas zonzo, no vas a tene’ otra, ¡aprovechala!, ¿que querés? 

—Quiero que José Menelao y Chepita Estefanía se casen, pa’ que descanse mi alma —se hizo un silencio. Poco después, apareció la cara de José Menelao en un agujero de la mampara lloriqueando quejumbrosamente: 

—Mama, ¡me quiero casa’! La tía Goya se llevó las manos a la cabeza, suspiró con resignación, me lanzó una mirada acusadora y exclamó: 

—No cabe duda, ¡que el que nace pa’ tamal, del cielo le cae el chipilín! —volteó a ver a José Menelao y le lanzó una terrible advertencia— ‘Ta bien casate, pero ahí lo mirás, decile a esa tu mera madre de la Chepa Estefanía, que en mercancía salida, no se admite devolución, ¿viste?










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