lunes, 19 de noviembre de 2012

26. TIO CHEPE

Tío Chepe, líder moral, político, religioso y social de Cristóbal Obregón, único pueblo híbrido de nuestro estado, fue designado orador en la inminente visita que el candidato a Presidente Municipal realizaría en los días por venir. 

Él con su acostumbrada vocación política, asumió esta responsabilidad con una febril actividad, mandó a hacer unos arcos con flores de papel que decían “Bienvenívido trívido nívido”, ya que acababa de ver una película mexicana donde unos cómicos cantaban una canción que decía así y le había gustado. 

Compró tres docenas de cohetes en Villaflores, no sin antes advertirle al cohetero: 

—Ve compa, a ver si ahora sí me vendés unos cuete que truenen, no que la última vez que te compré tus cuete, en la mano del cliente se quedaban, no se elevaban y lo único que pasaba era que apestaban harto a pólvora, pero no volaban, ni tronaban. 

—Pues claro tío —le contestó el encargado de la cohetería El Tronido—, claro se lo dije que estaba usté comprando cuete de tercera y ésos únicamente tienen una baldadita de pólvora, ‘ora que si le pone usté más paga, le doy éstos que les puse de nombre sección “spuknik”, éstos suben tan alto que no se oye el ruido, únicamente se mira una bolita de humo. 

—Bolita de humo ¡Mi coyol izquierdo! —sentenció tío Chepe dando por terminada la plática. 

Don José Flores, tío Chepe, originario de Chiapa de Corzo, hermano menor de mi abuela María Cruz Flores, era de baja estatura, moreno, enjuto e invariablemente traía un morral al hombro en el que metía sus encargos cuando llegaba a Villaflores. 

Hombre mal hablado pero simpático, tenía unos ojos pequeños muy vivos y todas sus ocurrencias las decía muy serio, de carácter seco pero adoraba a su hermana a la que respetaba sobremanera, y era a la única a quien trataba con mucho cariño. 

Su filiación política era de izquierda, pertenecía al Partido Popular Socialista, y peligraba la integridad física del que hablara mal de don Vicente Lombardo Toledano. 

Llegó el esperado día de la visita del candidato a Presidente Municipal y ahí se encontraba tío Chepe, listo con su discurso. Aquel día vestía su infaltable camisa blanca de manga larga, pantalón negro y zapatos negros bien boleados, sombrero de palma arriscado y sus lentes bifocales. 

En cuanto llegó el candidato le tocaron las dianas de rigor con la marimba de la colonia, y un movimiento de la mano de tío Chepe, como un gran director de orquesta, silenció a los músicos. El escenario estaba listo para iniciar el mitin político. 

El aparato de sonido que estaban utilizando, era el que se usaba en el pueblo para anunciar cuando alguien mataba cochi o res, y estaba en la cantina en una esquina del parque, así que sacaron el puro bitáfono a la calle, y en un improvisado templete de madera se paró tío Chepe y empezó su perorata: 

—Pueblo jovial — pero no se oyó nada. —Pueblo jovial —repitió. Tampoco se oyó nada. —Pérese usté tío —dijo alguien—, lo van a conecta’ el aparato, cuando yo le haga una señita empieza usté. —‘Ta bueno —contestó tío Chepe, esperó pacientemente un buen rato, de repente dijo —¡Y a qué horas se compondrá esta chingadera! En ese preciso instante, se abrió el sonido y todo mundo oyó la última frase; pero el tío no se dejaba vencer tan fácilmente por la adversidad y continuó: 

—Pueblo jovial, recibimo con mucha esperanza... De repente una voz preguntó: —¿Por qué jovial, tío? —Cómo que por qué jovial —contestó—, porque hay mucho jobo, ¿O no? Ante el murmullo de aprobación colectiva continuó: —Recibimo con mucha esperanza, porque la esperanza es lo último que muere, su visita señor candidato a la Presidencia Municipal de Villaflores. 

Volteándose a donde estaba la marimba ordenó: 

—Ah pue’ una diana —la marimba tocó la diana y él continuó—, este pueblo arcaico, señor candidato... 

De repente, la misma voz volvió a preguntar: —Ah pue’ tío Chepe, ¿por qué arcaico? —Cómo que por qué, cómo que por qué—repitió—. 

¿Qué acaso no le mandamo a hace’ al candidato bastante arco con flor?, ¡por eso es arcaico! 

Nuevamente, hubo otro murmullo de aceptación general. 

—Pero ve, ya no me interrumpan —continuó—, porque se me quita el frenesí y me hago bolas. Así que señor candidato, espero que no pase ahora lo que sucedió hace tres años, cuando nos visitó el último presidente municipal, al que le pedimo con urgencia agua pa ́nuestro pueblo, en cuanto se fue, empezó a llover y estuvo lloviendo una semana entera; al avisarle que estabámo inundado, nos contestó: 

—¿Qué no agua querían, pue’? 

—Eso fue, porque se nos pasó decir que queremo agua, pero entubada, y ahí nos dimo cuenta que era un presidente cabrón. 

—También le pedimo que hiciera algo por nuestros muchachito y nos mandó vitamina pa’ que les diera hambre, pero se le olvidó mandarles comida; eso confirma que era un presidente cabrón. 

—Queremo que usté no vaya a se’ así, porque este pueblo limítrofe, repito, este pueblo limítrofe ya no aguanta a otro cabrón más en la presidencia municipal. 

—¿Por qué limítrofe, tío Chepe? —De nuevo, la voz. 

—¡Qué acaso no ven que hay mucho palo de lima! ¡Por eso es limítrofe! Y disculpe usté si lo ofendí —le dijo al candidato—, pero hablé con la verdá y a veces es cierto lo que dice la gente, que la verdá no peca, pero incomoda. Gracias por su atención señor candidato, y gracias a este pueblo pintoresco de Álvaro Obregón. 

Se volteó a la marimba y ordenó: —¡Diana! 

Lo felicitaron todos, incluido el candidato, en eso se le acercó el preguntón. 

—Ah pué tío Chepe la última, ¿por qué pueblo pintoresco? 

—Si serás zonzo vos —contestó tío Chepe—, ¿qué no mirás que aquí vivimo mucha gente de Chiapa de Corzo y ahí puro culo pinto hay?

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